Conocimientos lumínicos

La cabeza de la góndola

Es la embajadora de su pasillo, e incluso de toda la sección. Esta área estrella de la tienda es un preludio de lo que nos espera en las siguientes estanterías, por lo que debería tratarse más bien como escaparate interior y no como mera superficie de almacenamiento. La iluminación contribuye en gran medida a convencer a los clientes de que acudan al pasillo respectivo.

Para conseguir un óptimo resultado general, el contraste debe ser convincente. Los rótulos de letreros y etiquetas deben poder leerse claramente y sin deslumbramiento, sin que ello reduzca el brillo general del conjunto. A la hora de seleccionar la mejor posición para los proyectores, es esencial encontrar el equilibrio entre el menor deslumbramiento posible del comprador y la mayor penetración de luz exenta de sombreado en las baldas respectivas. Cuanto más plano sea el patrón de iluminación de la luminaria en la cabecera, más profundidad tendrá la luz incidente en el estante. No obstante, eso aumenta el riesgo de que la luz incidente, al atravesar la cabecera de la góndola, moleste e incluso deslumbre a los compradores en el lineal de estanterías.

El efecto de contraste de los artículos aumenta al ampliarse la distancia de iluminación, y también se incrementa considerablemente si se utilizan dos proyectores en lugar de uno en la cabecera. Distintos tonos de luz o variaciones en los reflectores –desde el estrecho “superspot” hasta el reflector difusor de media altura– pueden crear una acentuación adicional. Si las circunstancias arquitectónicas lo permiten, la percepción de las cabeceras de góndola debería comenzar con un efecto a distancia que facilite la orientación. La iluminación debe desplegar toda su brillantez poco antes de que el cliente tome su decisión final sobre si dedicará o no su tiempo y energía a visitar ese pasillo.